Las perlas son una de las pocas joyas de tipo orgánico que existen. Los expertos calculan que la vida media de las perlas puede ser de aproximadamente 200 años, pero también es cierto que conocemos perlas mucho más antiguas y que se conservan en perfecto estado.
Sin embargo, para asegurarnos de que nuestros collares vintage de perlas conservan sus características y belleza es importante que les dediquemos unos cuidados que son sencillos y pueden contribuir a alargarles mucho la vida.
Antiguamente las perlas eran un producto muy codiciado y apreciado porque se calcula que solo un molusco de cada 10.000 es capaz de producir una perla. En el siglo XIX alcanzaron tal popularidad que se produjo una sobreexplotación, lo que contribuyó a dar un impulso al mercado de las perlas cultivadas. Podemos decir que Japón es el mayor productor del mundo de perlas cultivadas.
Hay un dicho muy popular que dice que “las perlas son lo último que se tiene que poner al salir de casa y lo primero que se tiene que quitar nada más llegar”. Esto tiene un sentido ya que las perlas se estropean fácilmente si entran en contacto con cremas, perfumes, lacas, bronceadores ,etc.
La recomendación general es que nos apliquemos los cosméticos y los perfumes un buen rato antes de salir de casa y que, lo último que hagamos, sea ponernos las perlas, especialmente si van a estar en contacto con la piel, como en el caso de los colgantes, los collares vintage, las pulseras o los pendientes.
En cuanto regresemos al hogar lo primero que debemos hacer es quitarlas y antes de guardarlas debemos de limpiarlas. Para ello tenemos que emplear un paño de gamuza muy suave. Puede ser uno de los que empleamos para limpiar las gafas o quizá uno de los que hay especiales para la joyería.
Las perlas se rayan muy fácilmente y esto puede hacer que se agrieten más rápidamente. Por eso nunca tenemos que utilizar ni productos abrasivos ni elementos que puedan tener efecto en su superficie. También debemos evitar ponerlas con ropa que tenga una tela demasiado fuerte para evitar las rozaduras.
Si vamos a la playa o la piscina, aunque las perlas nos combinen a la perfección con nuestro oufit, lo mejor es que evitemos llevarlas, ya que el contacto con el agua puede dañar al nácar.
En el caso de que las perlas estén muy sucias y tengamos que limpiarlas un poco más en profundidad debemos utilizar un paño suave, como hemos dicho, y jabón neutro. Procuraremos frotar con suavidad y después secarlas correctamente.
Una vez que las hemos limpiado, debemos recoger las perlas. Hemos de tener en cuenta que son un elemento orgánico y que por lo tanto necesitan aportes de aire y un poco de humedad para mantener su estructura. El sitio ideal para guardar las perlas es una bolsa de seda. Si en la misma vamos a guardar varias piezas, debemos envolverlas cada una por separado, en un pañuelo suave que puede ser de seda o de terciopelo.
Lo ideal es que guardemos las perlas en un lugar separado y que esté plano, para evitar que sufran algún tipo de rasguño.
También debemos procurar tenerlas en un sitio donde la temperatura se mantenga más o menos estable y que esté alejado de fuentes de calor o de frío intensos, ya que los contrastes pueden estropear fácilmente el nácar. Si vivimos en una zona donde el ambiente es muy seco es recomendable poner un vaso de agua cerca de nuestras perlas para que puedan tomar la humedad.
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